o quizás no, es el ruido de las olas
y el crujido de la arena
en mis oídos
despertando
al letargo mágico de la noche
debo pensar o quiero
que el vendedor de sueños
aún me ofrece en stock
la página en blanco
el usufructo de su mirada
las ganancias impresas
en papel entintado
debo
o quiero
pero no sé pensar en su voz
ululando en mi nuca
al lado del mar
que queda tan lejos
apenas un garabato
para llenar mis bolsillos
y acallar el silencio
espeso
de la noche que se acerca.
ILUSTRACIÓN JUAN IBÁÑEZ
6 comentarios:
Me ha encantado,
quién sabrá pensar en otra voz...
es un poema muy muy bueno,
y el dibujo que lo acompaña.
Qué guay te está quedando la "casa", llena de color.
Un abrazo.
Mi querida Alfaro, las voces siempre rondando, las puñeteras, y nosotros haciendo malabares para no perder el rastro.
Siempre tuve problemas con el color, soy hija ilegítima de Morticia Adams, pero se ve que me estoy haciendo grande.
Un beso
Coincido con Alfaro en lo bello del poema y en lo linda que está quedando esta casa (me gusta la preponderancia del rojo).
Además, en el cuadro de Juan pareciera que el vendedor de sueños toma a la persona que se los compra, para transmitírselos.
Besos :)
El rojo es un color muy contundente, Raquel, me gusta mucho pero lejos de mi persona, no soy yo nada flamenca.
Gracias y un besote
Gran poema Isabel, por fin he podido linkear tu blog y así encontrarme tus palabras.
Abrazote.
Gracias Begoña, yo paso muy a mnenudo por tu casa, me cuelo por las rendijas y miro (voyeurita de esquina, jajaja)
Un abrazo
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