Si en este preciso instante no amanece
en las puntas de mis dedos. Si ahora,
en el momento definitivo, las olas alejan
el barco de mi amor a fríos paisajes,
me abandono a los cuerpos celestes
de los amantes de las estrellas. Ahora.
Y en este obligado tránsito a la gloria,
purifico de lodo mi cuerpo, restriego
las huellas del grabado, y dibujo encima
la naturaleza misma de ese deseo
maldito, que entre luces y campanas
vino a llamar a mi puerta cerrada.
VII
Ya no espero entre las sombras,
los temblores han cesado.
Recojo los lirios y las azucenas
esparcidos por el suelo,
y bordo la mortaja con un dibujo
de trémulas glicinias:
la cenefa, un arabesco confuso.
Ya no me miro en tus ojos,
caleidoscopio enrevesado
en perversa geometría.
Ordeno las sombras esparcidas
por el camino imposible
de guiones añorados.
Y Olvido.
VIII
No quiero ya recuerdos inútiles.
Tu voz se la llevaron ellos,
dioses íntimos a los que servir.
No quiero, no ya más voces
que la mía disuelta en plegarias
que no esperan turno ni factura.
Y a ti, mi dios, arrojo las súplicas
por una noche regalada
de rosas blancas en mi cama.
IX
¿Quién eres tú? Dime qué Ulises
se esconde detrás de la oscura mirada,
luciérnagas sobre el cielo de Itaca o
temporal en las tabernas de Dublín.
¿Qué aventura es ésta? Odisea
fragmentada, pequeños trozos
de paisajes repetidos, caras anónimas
replegadas tras la gruesa pantalla.
¿Por qué confundes mi nombre?
Una, otra.... No me conoces
porque en mi voz destilan salados
los recuerdos de otro mar, al sur.
¿Y yo? Quién soy yo
para hacerme con esta voz
que no sé si es la mía,
o es el gigante trazado
de un fotograma congelado.
Pido a la locura
que venga a secar estos pechos,
sordos al arrullo
de la labor que tejen mis manos:
pequeñas prendas
del color malva de la muerte.
Y pido que seque también mi vientre
seco de tanta ausencia.
Soy yo, en el principio y en el final,
una quimera estática y muda
en la sala de proyección,
una sombra levitando en el aire.
X
Hilos enredados entre las manos,
suenan sirenas acompasadas,
lejanas notas.
Temblor.
Al otro lado la voz deseada,
presagio de tormentas,
y tinieblas.
Terror.
El deseo mudo, inerme,
partida en tablas.
Abandono.
Dolor.
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