viernes, 24 de agosto de 2007
LA SOMBRA DE LA MEMORIA
Ha vuelto a llover,
y la luz se filtra densa y húmeda
por las rendijas del dolor.
No es buen día para el amor.
No hay descanso ni ajetreo, no,
no hay nada por hacer.
Apelo con lengua silenciosa a dioses, y monstruos,
y ángeles de piedra ajenos a ésta, mi voluntad,
ahogada en el fatídico mar de la historia, y olvidada.
En el otro lado, mientras,
los sonidos mezclan voluptuosos
gotas de sudor y alcohol.
Licor opaco, espeso y caliente,
licuado por el obsceno
e inmaculado lienzo de la fama.
La grieta se abre al dolor sin oposición,
con placer y reverencia saluda al alimento,
cocción de un fraude gritado a los vientos.
Ha vuelto a llover,
y yo sigo mirando quieta,
con esta lengua silenciosa y partida en dos
al dolor. No puedo marchar,
igual que no puedo hablar lo que no permiten
que diga. Y sigo mirando,
mirándote muda.
Y quieta.
II
De este lado,
veinte alondras mutiladas
se precipitan al vacío de unos ojos opacos,
lámparas sin duende, obedientes peones
en esta cruenta partida
irremediablemente
en tablas.
Veinte espadas
perforan la carne,
y ciegan los ojos al tacto
y al olor pegajoso
de unas sábanas raídas,
del abrazo inexistente,
de la palabra nunca oída.
Veinte muertes lentas
desvelan del fulgor de la sangre
otros misterios; antiguos misterios
de angostas estancias.
Comienza la hora amarga.
Velado el sueño que oculta
vidas y miradas me pierdo.
III
Se abre el turno de la puja y todos participan
en el macabro juego de la recompensa:
El vientre de la reina, terreno baldío de sedas
y brocados dispuestos en cuadradas mesas,
para cuantos mercaderes sirvan pronunciar
la palabra más querida, el gesto más deseado.
IV
Aborrezco la noche porque busco a mis amantes
entre humaredas tibias y dulces. Y me vienen
los espectros de mármol. Guerreros de corazón
helado por la furia de un tiempo estancado.
El fuego de Prometeo en las yemas de los dedos.
V
Espacios:
Ahí donde surge el miedo,
fragmento de una memoria
que nunca podré recordar.
Ahí donde punza el dolor,
dominio infinito y
maltrecho de uñas y carne.
Ahí donde habita el olvido,
de muchos sin voz, sin rostros
que no podemos olvidar.
Ahí en la tierra misteriosa,
ausente de almas, y con nadie
como si el sol pudiera helar la sangre.
Ahí, en el hueco fugaz de la memoria
contenida a duras penas,
presente en todos los tiempos.
Ahí donde no se puede respirar,
no hay aire, ni olor,
sólo la certeza de algo que es.
Ahí donde la tristeza infame
azota con saña, y restriega
sus brazos la melancolía.
Ahí. Partes ahí, mi Ulises
con un batido de alas.
La luz cegadora de la mañana
no detiene la marcha.
Adelante héroe obligado,
adelanta el ocaso de la carne.
Yo sigo aquí, girando y girando,
y bailo en tu honor don’t be late
tejiendo melodías en tus oídos.
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1 comentario:
Muy bonito, pero me da algo de miieeeeeeedo.
Te podrías presentar a algún concurso de poesías, seguro que ganas.
Yo de premio te doy un beso, y ya te puedes acostar contenta.
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