que rodea la corrección
impuesta
me acerco a tus ojos,
a delimitar las venas
sangrantes de tus pupilas.
Cicatrices hastiadas
del humedal de tus iras
en la cumbre del arrojo
vestida para la partida.
Corrección sin limite,
cortadura de tajo
de tu gracia genuina,
de tu alma seducida
por la historia revivida.
Recreo en mi recorrido
la carne acartonada
declarada monumento
en honor a ese muerto
de esposa agradecida.
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